Las referencias palpables de los poemas los anclan a la realidad y evitan que el lector piense que el poeta se refiere a un simple tópico. Así me lo hizo ver doblemente mi amigo Alberto, primero al corregirme un texto y después al recomendarme La niebla, de José Mateos, en uno de cuyos poemas vi, paradójicamente, con extrema nitidez la importancia de la alusión experiencial, no por ser fin en sí misma, sino por dar pie a la trascendencia del poema.
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Quizas sea esa una de las excelencias de la poesia, que en ocasiones podemos vernos reflejados en ella porque su autor recibio "ese don divino" o sus musas andaban de buen humor.
ResponderEliminarBesos mi señor.
Muy interesante, Quique.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por la aportación, Maile. No terminaríamos nunca de enumerar las excelencias de la poesía. Besos para usted.
ResponderEliminarHojas, otro abrazo, me alegro de que te resulte interesante.
A mí también me resulta una observación interesante.
ResponderEliminarEn mis comienzos como aprendiz de poeta, procuraba evitar por todos los medios introducir elementos anecdóticos en mis poemas para que estos alcanzaran el mayor grado posible de universalidad, de manera que cualquier lector pudiera llegar a identificarse con ellos. Sin embargo, con el tiempo,la experiencia y las lecturas aprendí que el poema necesita ciertas dosis de anécdota para corroborar su mensaje y hacerlo creíble, evitando así la vaguedad de las abstracciones excesivas.
Un abrazo, Quique
Magníficamente explicado, Rafa. Otro abrazo.
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