miércoles, 14 de octubre de 2009

La niebla y Ángel González

La idea de crear un blog viene de largo, de la misma época que las dudas. Filóloga errante y Julio, que comentan en la entrada anterior, son sólo algunos de los que me animaron y como estoy muy agradecido y verde en estas latitudes aprovecho para darles las gracias y probar cómo se usan los enlaces.

Decía que es una idea que me rondaba desde hace tiempo. Este verano que parece recién acabado y eso que estamos a 14 de octubre -cómo pasa el tiempo para un estudiante de doctorado-, de vacaciones en Alemania, se me ocurrió cuál podía ser la primera entrada de mi blog.

No será la primera, pero casi.

Y todo porque una mañana los Alpes alemanes nos hicieron este maravilloso regalo:


Y claro, me vinieron a la mente unas palabras de Ángel González y me entraron unas ganas enormes de contaros que había visto algo tan intangible como un verso. El poema me recuerda por su tema al soneto “Amor constante más allá de la muerte”, pero será otro día cuando charlemos, seguro, de Quevedo. Ahora nos quedamos con la magia de Ángel González.

YA NADA AHORA

Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo.
............................Pero nada ya ahora

—ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa—

podrá evitarlo:
........................exento, libre,


como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,

creciente en un espacio sin fronteras,

este amor ya sin mí te amará siempre.

4 comentarios:

  1. Qué mañanas, las de los Alpes. Qué días, los de Alemania. Qué gran poema.

    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  2. ¡Uf!
    Cómo me gusta la poesía de Ángel González.

    Bonita foto :D


    Un beso trianero

    ResponderEliminar
  3. ¡Cuántos regalos nos dio Alemania!Aquella mañana retrasamos todas las visitas para paladear el aliento que exhalan las montañas.

    Volveremos, D. m., o eso espero, que no puede cansarse de esperar,
    aquel que no se cansa de mirarte.


    Besos

    ResponderEliminar
  4. Qué compañía la de Alemania, querida filóloga errante. Ahoro mismo firmo volver a paladear ese aliento que nos recrea Terita.
    Ah, Speranza, no tienes mal gusto, no.

    ResponderEliminar